Youtubers

Los Youtubers son individuos que utilizan la red social de vídeos más grande el mercado digital YouTube para

postear cualquier tipo de contenido que pueda resultar entretenido, generando así un gran número de

reproducciones

 

Los Youtubers son individuos que utilizan la red social de vídeos más grande el mercado digital YouTube para

postear cualquier tipo de contenido que pueda resultar entretenido, generando así un gran número de

reproducciones. A modo de artículos de opinión, crónicas, consejos, reseñas o sátiras ofrecen su información

de una forma única, original y diferente.


En nuestro país hay muchos jóvenes que se han hecho famosos en internet por colgar vídeos en Youtube.

Nombres como Mangelrogel, Isasaweiss, Elrubius o Jpelirrojo son los más destacados entre los ‘youtubers‘ que han hecho

de este sistema una forma de ganar dinero. A pesar de ser personajes anónimos tienen miles de suscriptores en

sus canales y consiguen que sus clips tengan numerosas visitas diarias.

Muchos de estos empezaron haciendo videos sobre juegos con comentarios más o menos humorísticos o sarcásticos.

Los que viven de esto o los que se ganan un dinero extra con sus vídeos son una minoría.

Las temáticas de las que hablan son muy diversas y en muchas ocasiones cuestionables sus métodos de

comunicarlas, pero bueno es lo que hay.

En muchas ocasiones de donde no hay no se puede sacar.


El fenómeno youtubers y los adolescentes es un tema que está en las preguntas de muchos padres. El movimiento

de los youtubers es novedoso en el sentido del medio, no lo es en su esencia. Contenidos banales pero virales

se dieron siempre a lo largo de la historia. Spice Girls o los Backstreet Boys. Y está claro que sus letras no

pasarán a los anales de la historia de la música. Los youtubers actuales, tampoco van hacer historia y sus

nombres no dirán nada a nadie dentro de unos años. Y sin embargo ahora mismo para los adolescentes son

verdaderos ídolos.


¿Cuál es la razón? La misma de siempre. Los adolescentes siempre desarrollaron una cultura lateral, no

coincidente con la de sus mayores. Frecuentemente sus gustos no coincidieron con los de sus padres y madres,

tanto si hablamos de moda, como de música, de estilo de vida, de programas de televisión…


Dejando aparte los contenidos, tenemos que ser conscientes de que la forma de interactuar los adolescentes con

sus ídolos ha cambiado. Hasta no hace mucho, la televisión tenía el monopolio a la hora de ensalzar o derribar

a una estrella. El que un adolescente “de a pie” logre tener millones de fieles seguidores, sin necesidad de

negociar con directores de cadenas, sin necesidad de inversiones millonarias, superando a escritores, actores

y cantantes, es algo que duele a buena parte de nuestra sociedad. Ya quisieran muchos “grandes creadores”

tener los seguidores que tiene el youtuber chileno Germán Garmendia (casi 28 millones, muchísimo más que la

población de países como Australia, Chile o Ecuador). Y eso es algo que cuesta asimilar a una sociedad aún

acostumbrada a desarrollarse bajo los clichés de los grandes medios de comunicación,  que son los encargados de filtrar lo que el público va a consumir.


La  atracción por lo banal no es algo nuevo de esta época. Sucedió siempre, sólo que las estructuras sociales

no permitían que emergieran y que se dieran a conocer. La web 2.0 ha permitido esto, y no debemos alarmarnos:

que los chavales y chavalas idolatren a estos jóvenes youtubers, no quiere decir que sean ensalzados ya

eternamente y que esa banalidad se perpetúe en sus vidas. Son etapas evolutivas, donde entra la fuerza del

grupo, la rebeldía, la necesidad de autoafirmarse, la construcción de su identidad…


Las “chorradas” que escuchamos a los youtubers, y que tanto nos escandalizan, no son –en muchos casos–

distintas a las de nuestros hijos e hijas cuando están con su pandilla. Ocurre que a los adultos les ha cogido

por sorpresa la fuerza con que ha emergido este medio y las nuevas dinámicas comunicativas que aporta.


Creo que la postura más correcta ante este fenómeno por parte de los adultos que son responsables de menores,

es, lo primero, conocerlo directamente antes de empezar a criticarlo. Darse cuenta de que son formas de

expresión que, como antes he comentado, tampoco difieren tanto de las que usan los menores habitualmente en su

medio. Sólo que verlas reproducidas masivamente nos asusta. Y claro que a veces, aparte de la forma de

expresión, los contenidos pueden ser reprobables, pero lo mismo que lo son, por poner un ejemplo, el mensaje

de muchas canciones o las letras del reggaeton. Debemos, como siempre, educar en valores a nuestros hijos e

hijas, y eso no lo vamos a lograr prohibiéndoles seguir a estos youtubers o criticándolos constantemente. Sí

será más efectivo hablar con ellos, con toda tranquilidad y normalidad, de los contenidos –si es que los

consideramos perjudiciales– usando la razón para hacerles ver lo que nos parece bueno y lo que nos parece

malo. Es decir, no imponerles nuestra visión del bien y del mal, sino educarlos en el difícil arte del

discernimiento.


De cualquier manera, en YouTube existe también muchísimo contenido de calidad creado por jóvenes. Un ejemplo

son los Booktubers. Son jóvenes que utilizan su canal de YouTube para recomendar lecturas y presentar libros.

Y también hay que reseñar la implicación de algunos youtubers en campañas de tipo social o ambiental. Los

famosos youtubers, con millones de seguidores, es lo que sale a la luz de forma masiva y lo que preocupa a

muchos padres y madres, pero lo cierto es que no son más que la punta del iceberg, porque son muchos más los

adolescentes que realmente crean productos de calidad en YouTube, y que también tienen sus seguidores. Quizás

el papel como padres y madres es no dejar escandalizarse por el enorme seguimiento que se hace a estos

youtubers con contenidos de poco valor, pero de atractiva factura audiovisual, y centrar la atención en el

resto de material, creado también por jóvenes, que puebla la mayoría de la red.


De lo que se habla es de los youtubers con millones de seguidores y la repercusión que los medios de

comunicación tradicionales les dan. Pero como padres y madres debemos enseñar a los hijos a tener un sentido

crítico y saber distinguir la calidad tanto en la forma como en el contenido. Y lo mismo que hay libros,

películas y canciones de dudosa calidad en factura y en fondo, y no por eso dejamos de leer, ir al cine o

escuchar música, igualmente debemos hacer con YouTube.


Debemos estar alerta al fenómeno de los millonarios youtubers, pero no dejarnos influenciar por

lo que oímos. Os animo a entrar en sus canales, igual que en los canales de otros jóvenes con otros

contenidos. Sólo desde esta perspectiva podemos hablar de tú a tú con nuestros hijos e hijas, en un ambiente

amigable, racional, sin prejuicios, analizando sus contenidos, los temas que son criticables y también

aquellos de los que se desprenden valores. Pero en ningún caso descalificar gratuitamente ni, por supuesto,

prohibir. Una ciudadanía adulta y crítica se construye desde el diálogo y la educación, no desde la

prohibición.

 Fuente:www.menoresenred.com/el-fenomeno-youtubers-y-los-adolescentes/